tan asombrosa, es que Dios ha tomado libremente la iniciativa de redimir, sanar y reconciliar nuestra relación con Él. Esto permite la restauración de las relaciones entre nosotros en el drama humano de la vida. Jesús preguntó: “¿Qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?” (Lucas 9:25). A menudo aplicamos esta pregunta a los ricos y poderosos de nuestra cultura. Pero debemos también preguntarnos a nosotros
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